martes, 3 de enero de 2012

EL ARPA

HISTORIAS EN EL PISO TRECE
Presenta
LOS MISTERIOS
DEL SEÑOR BURDICK
De Chris Van Allsburg
EL ARPA
Así que es verdad, pensó, es realmente cierto
Escrito por
 Claudia Medina Castro

Estaba agotado. No soportaba más. El cielo y la tierra insistían en juntarse no sin arrasar todo lo intermedio, claro. El fuego y el agua parecían confabulados en mostrar sistemáticamente su poder, uno tras otro. Casi sin respiro. El fin era inminente. Y la impotencia ante todo eso lo llevó a tomar la decisión más terminante. Se encerró en la cocina, abrió todas las llaves de gas y asegurándose de no tener ningún fósforo a mano se sentó en su silla a esperar. Ya nada puedo hacer. Ya estamos todos muertos. Ya no hay vuelta atrás a tanta aberración humana, pensó. Sólo me quedan mis sueños. Sueños con pájaros y arroyos, con árboles y coloridos prados. Allá voy.
Su cuerpo se entregó al sopor. Pero su mente, protegida por su cráneo duro como toro seguía en actividad. Recordó cosas imposibles, vivencias de otras vidas en lugares ignotos. Caminó a través de selvas cerradas, abriéndose paso con la seguridad del desquiciado. Sabía que tenía que llegar. Sabía que había un lugar. Un lugar fuera del tiempo y quién sabe dónde. Se convirtió en una sombra que rodaba sin peso y sin dolor, impulsada solamente por el ansia de avanzar.
Escuchó sus voces. Había mucha gente en el camino. Todos clamaban por algo. Cada uno quería seguirlo o detenerlo, o simplemente hablar. Eran miles, un murmullo ensordecedor imposible de entender. No así de escuchar. Le sembraron la duda y se sintió tentado a volver. A volver en el tiempo, para salvarlos a ellos. Y casi lo logran. Casi se queda.  Pero sólo un sonido lo alertó. Una música conocida, que vibraba en sus venas desde siempre. Entonces siguió adelante sin sentir sus pasos quebrados, sin sentir su boca burbujeante de vómitos ni sus oídos sangrantes.
Entre arcadas y mareos se percató que esa música venía de su interior. ¿Qué estoy haciendo? ¿Para qué seguir engañándome con paraísos soñados? ¿No ves que todo es mentira, idiota sin remedio? Abruptamente se detuvo en seco. Abrió los ojos y vió lo increíble. A sus pies, un arroyo transparente invadía suavemente el paisaje soñado. Y más allá, estaba ella. La dueña de las notas salvadoras. El Arpa de Ur y su mágico son.
Así que es verdad, pensó, es realmente cierto… ¿Cómo puede ser que se oculte tan bien entre los pliegues de la desazón? ¿Cómo es que solo aparece en los deseos, en los sueños, en los frágiles momentos de esperanza? Mundos sobre mundos. Sangre sobre cielo azul. Perfumes exquisitos bajo toneladas de putrefacción. Colores tras sombras, tan oscuras como el hambre. Era el sonido de las cosas en su más profunda y verdadera expresión. Y un simple vistazo a sus cuerdas lo explica todo.
Inconscientemente se vio envuelto en una necesidad imperiosa de más. Más saber. Más entender. Más explicar. Más y más ver y conocer.
Tamaña ansiedad movió su cuerpo con el gesto, aquel gesto, harto conocido por cada una de sus células.  Estiró el brazo tembloroso, sacó un cigarrillo del paquete de Winston casi vacío que había dejado en la esquina de la mesa de la cocina y lo prendió con el carusita que guardaba adentro, como siempre…


Claudia Medina Castro
25|12|11
www.claudiamedinacastro.blogspot.com

1 comentario:

  1. Muy bueno, Claudia...
    Las descripciones de los sucesos oníricos del protagonista, geniales...
    Felicitaciones, me gustó mucho...

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